Ante el tiempo
En el video con el título anterior, Aveta utiliza un metaforismo clásico y universal que remite a un concepto lineal, incluso físico, del tiempo, a una época en la que se medía por los granos de arena que caían de un recipiente a otro. Tenía una dimensión física, derivada de la materia en movimiento, y se refería a la experiencia humana directa en términos visuales, táctiles y auditivos. Hoy, el tiempo es diferente; su naturaleza parece imposible de captar mediante instrumentos mecánicos, es sumamente esquiva y se ha convertido en una experiencia virtual desvinculada de los “efectos” que solía provocar en los seres y las cosas. El cuerpo ya no lo registra y confunde la mente. El hecho de que Aveta vuelva a fluir granos de arena es su forma de manifestar su postura frente al tiempo. Sin embargo, no existe un mecanismo específico o regular para pasar de un momento a otro; no hay frasco de vidrio que ceda su contenido a otro, y no hay mecanismo que los haga girar al vaciar su contenido (como sucedería con los “relojes de arena” que conocemos). En la imagen de Aveta, el tiempo fluye al azar, por casualidad o por destino, de un piso más alto a uno más bajo; la cantidad de arena no es siempre la misma y no se vierte por una, sino por varias aberturas. Aquí se pierde la necesidad humana de mantener una noción regulada del tiempo, como se pierde cuando desaparecen las referencias físicas, cuando las funciones corporales han sido abusadas por la tortura o el encierro, cuando no hay noche ni día, cuando aparece lo intolerable. .