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FOTOGRAFIA Y VIDEO
TRACCION A SANGRE

Aveta no filma, compone videos. Los compone fotograma a fotograma, sometiéndolos a la alquimia de su emulsión mágica, su tónico que desaparece. Edita algo que nunca se filmó. Pone las fotografías en movimiento para que parezcan imágenes en movimiento. Sin embargo, el movimiento es ficticio, deformado y torpe. No hay nada de elegante en el movimiento de los cuerpos que han comenzado a aparecer en las fotografías. Son cuerpos que han sobrevivido, horrorizados, todo lo contrario a cualquier estética publicitaria.

Son videos simulados, entonces, que muestran los cuerpos que finalmente entran en los espacios vacíos de Aveta. Parecen zombis: escapando del fuego de una ametralladora desde el aire, grupos que chocan como una marea humana chocando contra sí misma en un duelo a cuchillo contado en imágenes como si de un baile se tratara.

Si aparecen cuerpos en la obra de Aveta, es para que acaben desapareciendo.

Una imagen se queda en la retina: hay sombras de cuerpos allí en contornos gruesos como si se tomaran con una cámara rudimentaria y se fijaran en un lienzo. Se percibe la textura de la tela, su veta rugosa, las astillas de grafito y las imperfecciones. Más que un readymade, la catástrofe se representa de forma manual: artesanal. Goya, el primero de los artistas contemporáneos, podría haber tomado esta fotografía, si tan solo hubieran existido hace doscientos años las cámaras y los misterios del cuarto oscuro y la pintura que hace desaparecer las cosas.

Los desastres de la guerra, nombre que se le da a la tremenda serie de aguafuertes en los que Goya documenta su tiempo, bien podría ser otro nombre más para los espacios removibles de Aveta.

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